jueves, 19 de enero de 2012

La Acción de Habitar con Libertad.


Ya desde que arquitectos y urbanistas comenzaron a proyectar ciudades y barrios,  intentado ordenar la vida de quienes habitaran los espacios por ellos diseñados, tratando de mantener inalterable la imagen estética, que en su buen criterio teórico han ideado en sus mentes. Es innegable la capacidad proyectual de estos técnicos-profesionales, pero muchas veces se dejan de lado aspectos culturales y particulares de cada individuo que hará uso de ese lugar, dando un enfoque exclusivamente tecnológico y económico, que mira a los habitantes con un criterio de grupo, conjunto o beneficiario con características tipo.
A pesar de las dificultades de proyectar un barrio donde miles de individuos con deseos y vivencias particulares residirán, junto a los problemas económicos y técnicos que se deben sobrellevar para concretar dicho emprendimiento se comete un grave error no permitiendo que dicha población haga uso y apropiación del lugar donde vive. Equivocada es la idea de que la uniformidad, el diseño reglamentado y las restricciones estéticas condicionaran el orden de la vida de un asentamiento urbano.
Italo Calvino en su libro “Ciudades Invisibles -1994-”  escribe: “Las ciudades son un conjunto de muchas cosas: memorias, deseos, signos de un lenguaje, son lugares de trueque no solo de mercancías, sino también trueque de palabras, de deseos, de recuerdos…”
Este pensamiento sobre la vida y existencia de la ciudad se repite en muchos autores especialistas en urbanismo, quienes han sabido afrontar la critica al ideal modernista-maquinista, que planteaba la tarea de ordenar desde la razón y desde el “punto de vista verdadero”, que según Le Corbusier -1959-  debería guiar de aquí en adelante, el papel de arquitectos y urbanistas, encaminado a  “ La tarea de arrancar a la sociedad moderna, de la incoherencia: Llevarla hacia la armonía. El mundo tiene necesidad de armonía y de hacerse guiar por los armonizadores”
Esta critica no a sido simplemente una critica teórica, se basa en experiencias existentes de muchos conjuntos habitacionales alrededor del mundo, donde no se tuvo en cuenta los valores existenciales de una comunidad.
El caso de las urbanizaciones  en donde se limita “la acción de habitar la parte de territorio nacional sobre el cual tenemos el derecho de ejercer el derecho de nuestra soberanía, que es nuestra casa, el barrio y la ciudad” ( Rodolfo Livingston) se esta restringiendo la vida y crecimiento de una población. Se esta imposibilitando el desarrollo de la familia, de los individuos que la integran, la capacidad de desarrollo cultural, económico y social.
La arquitectura y  el urbanismo no son organizadoras de la vida, son y deben ser el punto de encuentro entre los edificios y la gente, y no debe aprisionar la conducta humana en el espacio.
La ciudad correctamente estética, producto de proyectos ideales, con sus imágenes perfectas de planos y fotorealismos, es la ciudad desierta y sin vida. En cambio la ciudad en donde el que habita la ocupa, usa y  apropia como suya con el derecho individual sobre su porción de tierra y con el derecho colectivo sobre los espacios comunes, es la ciudad que crece como sociedad.



Horacio E. Aguilera
Fundacion EDAS OTA
















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